domingo, 25 de abril de 2021

FACHADISMO

La serie “Nueva Arquitectura Tradicional” sobre proyectos del Premio Rafael Manzano en 2018, con la colaboración del Ministerio de Fomento y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, con el apoyo de la Fundación Richard H. Driehaus, demuestra que existe una manera correcta de recuperar los edificios históricos para el uso contemporáneo a la vez que se respetan los materiales tradicionales y se perpetúan los oficios ancestrales.

Baza o urbanismo histórico como se debería hacer



Según dichos textos se pretende “... la protección de nuestros patrimonios construido, cultural y medioambiental, de forma que satisfaga nuestras necesidades sin alterar irreversiblemente la capacidad de futuras generaciones de hacer lo mismo”. Para ello los proyectos han requerido la intervención de maestros canteros, carpinteros, ceramistas y forjadores, entre otros, aprovechando el proceso para formar aprendices en estos oficios e involucrar a estudiantes de arquitectura para que sean conscientes de los recursos y enfoques disponibles.

Las Escuelas Taller se han esmerado no solamente en las armaduras de lazo de cubierta, empedrados tradicionales y restauración de rejas y aldabas de forja tradicional, se aprecia también un mimo especial en la recuperación de tejas originales con musgo y líquenes para que las cubiertas restauradas no desentonen. En Baza, aprecia una ordenación urbanística cuidada enfocada a integrar el sistema de aguas tradicional “Caz Mayor” como elemento articulador de los huertos del claustro, huertas históricas, palacio, monasterio, viviendas tradicionales y fábrica en el conjunto urbano.

Ni siquiera es necesario alejarnos de Canillejas para apreciar un ábside del siglo XV y sorprendente artesonado de carpintería de estilo mudéjar restauración bien hecha. La podemos ver en la cubierta de la Iglesia de Santa María la Blanca de la Plaza Párroco Luis Calleja, con su ábside del siglo XV y sorprendente artesonado de carpintería de estilo mudéjar.

Habiendo establecido que este nivel de rigor en la restauración existe y que es posible con recursos actuales, nos preguntamos porque este enfoque brilla por su ausencia en la Quinta de Torre Arias.

Artesonado de la iglesia de Santa María La Blanca de Canillejas

Fachadismo

El fachadismo o rehabilitación mediante transformación radical del interior de un inmueble, con cambio en su uso principal, manteniendo intacta su fachada, parece definir lo que ha ocurrido al Palacio, el edificio central de la Quinta de Torre Arias. En fotografías de marzo del 2019, se ve un edificio sin cubierta y forjados, cuya fachada se sostiene sobre un andamio protésico. Queda patente que no volverá a ser el hogar de aristócratas, cumpliendo así, con el punto relativo al uso, todos los requisitos para pasar al catálogo de edificios que han caído víctimas del fachadismo.

La explicación técnica de que era necesario sustituir la estructura de madera por vigas de hierro, zapatas de hormigón y capas de compresión con mallazo debido a la premura de un “expediente de ruina” no evita que ofrezca idéntico aspecto visual al de tantas otras obras de casco urbano ideados para esconder complejos de oficinas o pisos de lujo conservando el aspecto exterior de la manzana.

La alegación de haber “realizado con años de catalogación minuciosa, retirada cuidadosa de piezas y su almacenaje logístico para que sean restituidos a su lugar original pasada la consolidación estructural”, no cuadra con lo detectado por fotografías de antes de la obra o los materiales sacados en contenedores de la finca. En todo caso, al eliminar los tabiques interiores, se crea una paradoja de Teseo, el dilema del ‘restaurador’ de dónde insertar las piezas descolocadas en un espacio totalmente diferente, concretamente unas crujías diáfanas de estructura consolidada que rodean un patio y una escalera monumental preservados en el centro.

Las 180 vacas no volverán a la vaquería adosada al palacio y, por tanto, para el uso contemporáneo, los adoquines de su establo no se volverán a colocar alrededor de los comederos y abrevaderos centrales, ni con el mismo peralte y con las mismas canaletas que facilitaban la limpieza del suelo. El ala de cuadras es una nave diáfana que ya no tiene boxes; si se contemplase alguna actividad equina futura, habría que diseñar un proyecto completamente nuevo acorde con los métodos y legislación modernos.

Las obras acabadas incluyen el frontón; el matadero se derrumbó y fue sustituido por una estructura abierta tipo porche; anexo al matadero, mallazo y hormigón, vacío; casa de los jardineros, demolido y sustituido por un edificio nuevo.

La ‘Mesa Técnica para el futuro uso de la Quinta de Torre Arias’ reconoce explícitamente el cambio de uso mencionado en la definición de fachadismo. También sale a relucir lo absurdo del afán inaugural de hitos parciales artificiales, en contra de la lógica de proyecto a largo plazo. Por mucho que se diga que se inaugurará el palacio en primavera, se cortarán cintas, habrá discursos y muchas fotos, pero palacio y cuadras siguen siendo unas naves diáfanas, sin solar, sin distribuir, sin infraestructura y acabados.

Fachadismo en La Casa de los Guardeses, objeto de mucha prisa preelectoral en los anteriores comicios, que fue objeto de demolición interior sin ninguna razón aparente ya que no amenazaba ruina. Más de dos años después, el piso de arriba tiene tablones de andamio colocados sin fijación por suelo, más bien pasarela, no se ha definido ningún uso definitivo y los paneles de la ventana del balcón ya se están desprendiendo debido a la mala calidad de los materiales y mano de obra.

Fachadismo en el Proceso participativo


La distribución, infraestructura y acabados se diseñan una vez que se puedan definir los usos posibles de las instalaciones. Convocar a los futuros usuarios a un proceso participativo para luego alegar todo tipo de trabas legales y falta de competencia de las direcciones correspondientes ha sido una prueba de paciencia para las personas que hemos respondido desinteresadamente.

Después del proceso judicial que llevó a la anulación del Plan Especial de 2014 por desproteger el patrimonio e intereses públicos, la Asociación Plataforma Quinta de Torre Arias interactuó extensivamente con varias direcciones, asesores y concejales del Ayuntamiento de Madrid para aportar una serie de sugerencias que articulasen dicha Quinta en un Eje Verde compuesta por esta, la Quinta de los Molinos y El Capricho. Entre ellas destacamos:

Esta Asociación ha reclamado desde el inicio una estrecha coordinación entre las direcciones, Agua, Parques, Patrimonio, Medio Ambiente, etc. para poder tener una actuación integral que tomase en cuenta los aspectos intra y extramuros como movimiento de aguas, fauna y usuarios. Se ha llamado la atención al papel que juegan los espacios verdes que lindan con la Quinta en estos movimientos, pidiendo su estudio, más allá de los alcances de obra estrictamente dentro de sus muros.

Se han aportado documentaciones de como otras ciudades han establecido corredores verdes, gestión de aguas pluviales por barrios enteros desde la iniciativa municipal, integración de pastoreo en los parques públicos como servicio ecológico y, como elemento crucial, la protección de las aguas subterráneas ya que no respetar estas servidumbres, que se encuentran fuera de los muros de la Quinta, llevaría a la pérdida de su recurso más valioso.

En cuanto a los edificios y estructuras, se ha pedido la protección e integración del sistema de riego tradicional y albercas que está estrechamente vinculado a dichos edificios, tanto en recogida como en distribución.

Se ha pedido el estudio, protección y reutilización de la funcionalidad original de los elementos bioclimáticos de los edificios y sus infraestructuras, por su importante valor histórico y didáctico ante la transición ecológica y sostenibilidad futura.

Se ha revindicado constantemente el papel esencial del personal de la finca en ser cuidadores de todos estos mecanismos, cuya experiencia personal continuada, transmitida a través de generaciones de jardineros municipales, es insustituible por una contrata temporal.

Para ello y como paradigma de la importancia de la jardinería en la historia de la Quinta, está el complejo de invernaderos y cajoneras de mediados del siglo XIX cuya importancia arquitectónica y multifuncionalidad no hemos cesado de describir, tanto en los escritos y alegaciones como en las visitas guiadas a la Quinta. Como conjunto, y actualmente está vallado como tal, merece un estudio arqueológico correcto y no somero como el del Plan Especial de 2017 y la opinión cualificada de técnicos municipales de jardinería como los hermanos Spalla de como podría ponerse en funcionamiento de nuevo como vivero de la finca.

Reconstrucción del muro del invernadero con ladrillo nuevo dejando el interior sin utilidad alguna para la jardinería.


Consternación

Desde que pasó a manos del Ayuntamiento, la Quinta ha sufrido un sin fin de actuaciones desacertadas:

-Se ha mermado su riqueza biológica y patrimonio histórico. Se han trasplantado hileras de árboles maduros con maquinaria pesada que después se han muerto. Las fotografías aéreas de la última década demuestran una progresiva pérdida de masa arbórea.

-Los edificios menores y tramos de muro se desmoronan porque nunca fueron apuntalados o protegidos y hay un goteo constante de elementos que desaparecen, son aplastados o enterrados sin dejar rastro. Algunos elementos, como ya hemos avisado en muchas ocasiones, pueden afectar irreversiblemente futuras interacciones con espacios fuera de los muros, como son los arcos de paso de agua.

-Se observa la actuación de la empresa que actualmente repara los muros en el Parque de Torre Arias (calle Alcalá) por el método del zuncho de hormigón con columnas del mismo material al final de cada paño, revestido con ladrillo visto. Así, cual Teseo, han creado un muro neohistórico para unir la exedra con el muro original, recorriendo la vaguada de norte a sur, en un lugar donde quizás nunca haya existido un muro de esas características. Incorporar la técnica en el muro existente cambiará para siempre su estructura, por mejorada o técnicamente aconsejable que sea.

-La sorpresa ha sido descubrir, ya que están  los maestros albañiles en la obra, que el alcance de su intervención incluye reponer el muro de fondo de uno de los INVERNADEROS, es decir la ‘fachada’ posterior con su chimenea. Durante este ejercicio de ‘fachadismo inverso’ relámpago, de sustituir la fachada en vez del edificio, no se hará ningún estudio o reparación del cuarto de calderas que hay debajo de la chimenea; no se estudiará el hipocausto, bancales para plantas y, por supuesto, no existe ningún diseño para ese conjunto vallado que, además de ladrillo, incluye elementos de metal, granito, hierro, cristal, fontanería y tiros de chimenea y ventilación. Parece “fachadismo por entregas”, una actuación destinada a dejar una estructura ornamental y sin funcionalidad alguna.

Fachadas del palacio desprovistas de su histórico interior. ¿Habrá que conformarse con las imágenes del pasado?

Privatización

El proceso de fachadismo continúa con la noticia de que la Quinta de Torre Arias está a punto de pasar a manos de una contrata privada bajo la fórmula de contratos integrales de jardinería y limpieza. Esto significa que, como en El Capricho y Quinta de los Molinos, su gestión quedará a criterio de la empresa privada, con una plantilla precaria, poco formada y con escaso incentivo para fomentar los valores urbanísticos y continuidad de un Eje Verde Histórico. Para conservar el puesto de trabajo, estos operarios no tendrán ningún reparo en demoler una alberca de la red de riego como hicieron en la Quinta de los Molinos. No representarán la continuidad del conocimiento y la transición ecológica en el lugar.

Fue en la Quinta de los Molinos que se cerró la Escuela de Jardinería en los 90, seguido de la del Capricho, con su Escuela Taller de Oficios. Con esta vuelta de tuerca, prosigue el ataque a lo público, a los proyectos para el bien común y el futuro sostenible de nuestros jóvenes.

Conclusión

Pueden existir razones técnicas legítimas para tener que desmontar estructuras e infraestructuras y sustituir materiales, a veces en su totalidad. Incluso, para la coherencia y articulación de un proyecto, para suplir elementos faltantes o adaptar el conjunto a los usos actuales se pueden hacer recreaciones de tramos o incorporar sistemas que no existían originalmente; es práctica habitual en las restauraciones y sujeto a protocolos conocidos de diseño y actuación que aseguran el respeto al patrimonio aunado a criterios actuales de funcionalidad y sostenibilidad.

Estos procesos requieren la coordinación de estudios interdisciplinarios que lleguen al fondo del papel de la Quinta, pasado y futuro, en su entorno urbanístico, que proporcione respuestas didácticas para a una población joven y diversa que se enfrenta a la incertidumbre de cambios climáticos y económicos a una escala que no se ha conocido en la historia reciente.

No se logrará con una gestión dividida por áreas e incluso por materiales, planes e instrumentos legales que buscan cumplir con la letra, pero no con el fondo, hacer caso omiso de los informes de técnicos e ignorar la práctica puntera en otros países, incluso en España. Sin un proceso de diseño urbanístico y de paisajismo que integre los edificios e infraestructuras de una manera acorde con su uso previsto e hipotético del conjunto, no quedará más que una serie de actuaciones inconexas realizadas por acto reflejo. Acometer esto requiere un amplio diálogo con los actores sociales, teniendo en cuenta los trabajadores de la Quinta, para que puedan contribuir a la visión del espacio y al proceso de diseño.

Se trata de un proceso y, por tanto, será lento y quizás no cumpla con las expectativas cortoplacistas electorales. No obstante, al público le tranquilizaría saber que las decisiones a tomar no se dejan al libre albedrío del constructor, al capricho momentáneo del técnico o concejal de turno o que obedezcan a objetivos privatizadores que no tengan nada que ver con la integridad funcional de la Quinta.

El ejemplo de los invernaderos es clave para entender los efectos de la externalización de servicios y desprofesionalización del personal. Importar plantas al por mayor de un vivero industrial homogeiníza la botánica de los parques, creando economías de escala y prácticas laborales que favorecen la gestión por parte de la contrata. En un momento en que se están investigando las plantas y semilla autóctonas, el riego sin productos químicos y la recuperación de conocimiento tradicional para enfrentarse a los efectos de plagas y el cambio climático, ¿tiene sentido desproteger y descuidar un lugar que tiene un modelo casi completo de estos sistemas y personal con los conocimientos para sacar provecho de ellos? ¿Madrid puede permitirse no invertir en este modelo que ya han visitado investigadores y estudiantes de medio mundo?

En vez de este aparente caos y descoordinación, el público espera un enfoque a la altura de la “Nueva Arquitectura Tradicional”, saber que se manejan textos como el manual “Energy Efficiency Solutions for Historic Buildings” y que el proyecto cumplirá con los más altos niveles de sostenibilidad, utilidad e inclusión social.


Referencias

“Nueva Arquitectura Tradicional”: (https://intbauspain.com/publicaciones/)

“Energy Efficiency Solutions for Historic Buildings”:

(https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/9783038216506/html)




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