domingo, 10 de julio de 2016

¿Pasear los parques? Queremos labrarlos y compartir sus frutos

Por:  07 de julio de 2016
Por Serafín Luzón, grupo motor Plataforma MadridAgroecológico


La 
Quinta Torre Arias, en el barrio de Canillejas de Madrid, refleja la historia y avatares del concepto eterno de jardín. Una finca palacio de finales del Renacimiento que evolucionó a productiva en el XIX y con los últimos cambios a ser publica y lúdica en el siglo XXI. Los técnicos del ayuntamiento de Madrid quieren mantener esta funcionalidad moderna, y la plataforma ciudadana de la quinta y de Madrid Agroecologico plantean una posición nueva y revolucionaria: agroecológica, pública, productiva... y educativa; una granja urbana entre los valores del renacimiento clásico del XV y los del renacimiento de lo agrocoecológico propio del XXI.

Existe una larga tradición de jardinería combinando las funciones éticas, estéticas y productivas. Por aquí vemos pasar los huertos moriscos del XV, en el XVI-XVII la nueva generación de jardines y huertos llamadas “Quintas” (como en Toledo son “cigarrales”, o en Granada “cármenes”). Se trataba de fincas multifuncionales, de producción y de ocio, jardines cargados del ánimo naturalista y de una fascinación botánica que buscaba producir alimentos y al tiempo representar la posibilidad de belleza y armonía en el diálogo entre el diseño humano y la natura naturata. De aquí se derivaron los jardines románticos de las élites liberales del XIX del que Madrid tiene también buenos ejemplos, y pasamos al parque público del ocio ciudadano del XX. Pero este no es el ultimo eslabón. Aún quedan novedades que integrar y nuevas bellezas que construir.


Hay una parte del jardín que es una verdad 
eterna, otra parte es verdad coyuntural, y responde al momento histórico. Entre los valores eternos esta el del hortus del sentido original latino y estoico, el ideal del jardín productivo, un jardín de hortalizas (jardin potager) que produce alimentos, y que es bello, que es bueno y que representa la verdad, que reflota en el Renacimiento y en la Ilustración. En la parte coyuntural tendremos que tener en cuenta las nuevas tendencias de las ciudades a producir alimentos de proximidad, y al hecho de que en 2015 el nuevo consistorio del Ayuntamiento de Madrid firmó el llamado “pacto de Milan” en que más de 120 ciudades de todo el mundo se comprometen a diseñar nuevos modelos alimentarios. En esta firma entendemos que está implícito el sentido de la nueva vanguardia que arrastrará a la Quinta Torre Arias a renovar su ética y su estética. Pasado y futuro convergen en un retorno al jardín hortelano, un hortus bello capaz de servir de referente de la necesidad en las maneras de producir y consumir los alimentos de siempre.
Pero la posibilidad de uso plantea aún una duda entre el mero conservacionismo de un parque urbano, y los que queremos reconstruir un mundo nuevo y eterno en su interior. En este momento se vuelve a producir la tensión de conflicto entre el jardín que lo es todo y el parque parcial. La historia está de nuestro lado, por el pasado y por el futuro. La respuesta a este dilema es que la funcionalidad de un jardín puede sintonizar con el origen, pero sobre todo debe ajustarse a la verdad que se va construyendo con los siglos, y en este momento tener en cuenta el giro histórico hacia la centralidad de los alimentos sencillos y lentos, la relevancia de recuperar los ritmos y ciclos naturales, no solo paseando la belleza del jardín (exosomática), sino la belleza ingerida (endosomática). Es el momento histórico para que estas bellas Quintas se ajusten a un nuevo despliegue de empoderamiento del pueblo que las construyó con su sudor, y ahora enfoca su voluntad vecinal y colectiva a recuperar la centralidad de producir alimentos de proximidad, integrando y complementando la agricultura y la ganadería, como siempre fue.
Las tres “gracias” o “hermanas” del jardín que plantearan Walpole se refería a las artes visuales (como interpretar y transcribir la belleza), la literatura (poesía entonces) y el jardín (paisaje físico). Para Rousseau, filósofo moral y social, naturalista y amante de la botánica, la naturaleza estaba abierta a la imbricación con el arte humano, con la creatividad y el arte de producir alimentos en los ecosistemas. Nuestro enfoque es sin duda la más romántica, la más clásica y la más coherente de las visiones originarias de las quintas, más allá del concepto técnico de parque moderno que se plantean los responsables de parques y jardines.

El nuevo enfoque y movimiento social y ecológico del siglo XXI esta cargado de futuro, de estética y de ética, de narrativa comunitaria, y de alimentación sostenible y saludable, de un modo que sintoniza con los orígenes del jardín en mayor medida que el jardinismo burocrático que hemos conocido en Madrid en el siglo XX y que muchos funcionarios se aferran a imponer en estas nuevas décadas del XXI. A la nueva ciudadanía no nos basta pasear los parques, queremos labrarlos y compartir sus frutos.
El ancestral senequismo español, esa sabiduría social que nos corre por las venas, aflora como Perséfone en la propuesta de la plataforma vecinal Quinta Torre Arias: la Quinta tiene que servir de lienzo agroecológico, tiene que renovar sus fuentes, renovar su estética y la ética de su gestión (burocrática y privativa), y dar un giro a la espiral que integre a la sociedad, el arte y naturaleza, respetando el patrimonio y relanzándolo a nuevas cotas de creatividad, a la altura de los anhelos de un nuevo tiempo. Desde MadridAgroecológico también queremos coproducir la política de parques y jardines, y entendemos que la Quinta esta abocada a ser una granja urbana (city farm) en la que se recuperen los gallineros, porqueras, vaquería y el pequeño rebaño de ovejas y cabras desbrozadoras. A los burócratas sólo les podemos decir que se repasen la ordenanza de zoológicos, que es el único marco desde el que podrán entender el arca de la alianza agroecológica que los movimientos sociales, aliados con la imagen eterna del edén jardín comestible, ya han diseñado para la Quinta de Torre Arias.

Fotos: Madrid Agroecológico
Fuente El País

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