LOS JARDINEROS
Jardinero
Vete al jardín de los mares
y plántate un madroñero
bajo los yelos polares.
Jardinero.
Para mi amiga, una isla
de cerezos estelares,
murada de cocoteros.
Jardinero.
Y en mi corazón guerrero
plántame cuatro palmeras
a modo de masteleros.
Jardinero.
Rafael Alberti de: Marinero en tierra
Vete al jardín de los mares
y plántate un madroñero
bajo los yelos polares.
Jardinero.
Para mi amiga, una isla
de cerezos estelares,
murada de cocoteros.
Jardinero.
Y en mi corazón guerrero
plántame cuatro palmeras
a modo de masteleros.
Jardinero.
Rafael Alberti de: Marinero en tierra
“Bendita Madre Tierra (Pachamama) a tu generosidad por compartir tus frutos”
Es una pena que del catálogo de Cernuda a veces nos saltemos este primer aliento de recuerdos de su infancia que es esa maravilla de poemario "Ocnos". En “El magnolio” habla de esa belleza no inteligente de la Naturaleza, la inteligencia es asunto del observador: “Aunque a veces lo deseara de otro modo, más libre, más en la corriente de los seres y de las cosas, yo sabía que era precisamente aquel apartado vivir del árbol, aquel florecer sin testigos, quienes daban a la hermosura tan alta calidad”.
El hombre es el jardinero inteligente que debe reinventar fórmulas para cultivar un terreno habitable para los más necesitados y para las siguientes generaciones.
Los Jardineros (de Marcos Díez. Eldiario.es )
Los buenos jardineros dejan a un lado su vanidad y saben que no queda más remedio que bailar con la naturaleza, adaptarse a sus ritmos, tolerar sus exigencias
Los buenos jardineros dejan a un lado su vanidad y saben que no queda más remedio que bailar con la naturaleza, adaptarse a sus ritmos, tolerar sus exigencias
Cuidar un jardín es echar un pulso a la naturaleza. La naturaleza dice: "por aquí". Y el jardinero responde: "por allí". Donde la naturaleza hace crecer un cardo llega el jardinero y hace lo posible para eliminarlo: lo arranca de raíz, lo baña con herbicidas, lo mutila con una desbrozadora. Lo que haga falta. Y luego, cuidadosamente, cava un agujero y planta un jazmín y lo riega con esmero y lo alimenta
Cultivamos jardines con la ilusión de que podremos imponer nuestro orden a leyes que no hemos escrito nosotros, leyes a las que no queremos obedecer y que no nos obedecen. El jardinero aspira a intervenir en lo natural para domar sus reglas caóticas, para decir: “Mando yo”, para crear la ilusión de que puede dominar lo inesperado. Es una batalla sin cuartel en la que el jardinero nunca puede detenerse porque si se detiene la naturaleza lo pasa por encima. Al menor descuido, un hongo ataca un arbusto que se quiere sano, o unos topos arruinan el césped, o un vendaval derriba un árbol, o un sol abrasador quema las flores que con cuidado se han estado cultivando.
Los malos jardineros tienen prisa, arrancan árboles centenarios para plantarlos en sus fincas, no quieren esperar, piensan que pueden doblar el brazo a la naturaleza e imponer un paisaje, una idea de belleza. Y a veces, con grandes derroches de energía, de arrogancia y de medios, lo hacen. Aunque la naturaleza, que espera y espera y espera, siempre se acaba cobrando su pieza. Los buenos jardineros son pacientes y saben que difícilmente llegarán a contemplar el esplendor del jardín en el que están trabajando. Los buenos jardineros dejan a un lado su vanidad y su soberbia porque han sido humillados muchas veces y saben que no queda más remedio que bailar con la naturaleza, adaptarse a sus ritmos, tolerar sus exigencias, mostrarse sumisos ante su poder, sentirse insignificantes, obedecer sus reglas.
Cultivamos jardines con la ilusión de que podremos imponer nuestro orden a leyes que no hemos escrito nosotros, leyes a las que no queremos obedecer y que no nos obedecen. El jardinero aspira a intervenir en lo natural para domar sus reglas caóticas, para decir: “Mando yo”, para crear la ilusión de que puede dominar lo inesperado. Es una batalla sin cuartel en la que el jardinero nunca puede detenerse porque si se detiene la naturaleza lo pasa por encima. Al menor descuido, un hongo ataca un arbusto que se quiere sano, o unos topos arruinan el césped, o un vendaval derriba un árbol, o un sol abrasador quema las flores que con cuidado se han estado cultivando.
Los malos jardineros tienen prisa, arrancan árboles centenarios para plantarlos en sus fincas, no quieren esperar, piensan que pueden doblar el brazo a la naturaleza e imponer un paisaje, una idea de belleza. Y a veces, con grandes derroches de energía, de arrogancia y de medios, lo hacen. Aunque la naturaleza, que espera y espera y espera, siempre se acaba cobrando su pieza. Los buenos jardineros son pacientes y saben que difícilmente llegarán a contemplar el esplendor del jardín en el que están trabajando. Los buenos jardineros dejan a un lado su vanidad y su soberbia porque han sido humillados muchas veces y saben que no queda más remedio que bailar con la naturaleza, adaptarse a sus ritmos, tolerar sus exigencias, mostrarse sumisos ante su poder, sentirse insignificantes, obedecer sus reglas.
Durante años, algunos nos hemos preguntado lo que significa esto y últimamente hasta sospechamos que serán los jardineros y agricultores regenerativos, aquellos que reclaman el suelo fértil y nutritivo que hace prosperar las plantas y que estas, y la cadena trófica de la tierra fértil haga funcionar debidamente los ciclos de lluvia y curso del agua.
Vivimos en la época del "fast everything" (todo rápido): comida rápida, soluciones rápidas y despidos y degradación ecológica rápida (que lleva a un punto de inflexión de ecosistemas irreparables (en la escala de tiempo que nosotros experimentamos) o extremadamente caros de reparar y, desde luego nunca iguales.
Los nutricionistas dicen que necesitamos comida lenta, local. No vale una verdura, fruta o arroz de China; necesitamos minerales de nuestro suelo (de donde vivimos) para que cure y mantenga la salud de nuestros cuerpos. La nutrición y farmacopea china no son la europea.
Igual que nosotros necesitamos los millones de bacteria que viven en nuestro intestino para sobrevivir, el suelo es el "intestino" de las plantas. En los lugares de secano (desertizables) como España, África, Australia, etc. (zonas a unos 30º de latitud en la Tierra) los microorganismos (bacterias) deben "hibernar" dentro del intestino del ganado para entrar en el ciclo siguiente a través del estiércol. La pérdida de diversidad y cantidad de animales y aves es una tragedia porque son gestores de semilla y microorganismos.
Sin la densidad necesaria de cobertura de plantas, tanto árboles como arbustos y hierbas, sube la temperatura porque el suelo se torra y se compacta por falta de protección. Vivimos en la época ("age" en inglés) del drenaje (drainage = época de drenado). La ingente cantidad de agua que cayó en San Blas y Canillejas ayer se ha ido rápidamente al Jarama por el asfalto, hormigón, con sus toneladas de escorrentía de tierras que destruyen las praderas de posidonia en el fondo del mar frente a Lisboa (que es donde desemboca nuestro río). Con menos fotosíntesis, se calienta el mar y nos devuelve tormentas del Atlántico como el frente que ha pasado por Europa estos días.
Por el bien de todos, necesitamos volver al "agua lenta", la que permanece en las nieves de la sierra de Madrid hasta bien entrado en julio y se recicla una a otra vez en su viaje de vuelta a Lisboa. Sólo lo puede hacer en suelos fértiles porque las plantas son el motor del ciclo de lluvia tierras adentro, por transpiración y regulación del agua.
Sólo las plantas que han conseguido un alto nivel de salud nutritiva pueden gestionar eficazmente el agua y resistir los ataques de hongos e insectos "enterradores" cuyo trabajo natural es desmontar y devolver material orgánico de plantas enfermas al ciclo del suelo.
Como nos enfrentamos a un problema de enfermedad, la medicina que debe prescribirse es NUTRICIÓN
Partimos de unas plantas "yonkis" que reciben fertilizantes químicos (nitrógeno, potasio y calcio disuelto en formato "intravenoso") no se molestan en intentar crear más que azucares simples, necesitan riego constante porque no pueden regular el agua de manera natural y hacer los procesos de fotosíntesis necesarios para nutrirse correctamente.
Como problema adicional, el suelo que les rodea no es más que arena, ya que los pesticidas y fertilizantes han exterminado los microorganismos que debían "digerir" los minerales del suelo (muchísimos más que los 3 de NPK). Viven del "subsidio", insosteniblemente y totalmente dependiente del hombre; no participan en la "economía real" de la naturaleza en que tendrían que intercambiar azúcares con hongos micorrizales para que estos les aportasen nutrientes digeridos, incapaces
Si las verduras que comemos proceden de una agricultura así, ¿qué efecto tendrá en nuestra salud? Si las plantas tienen el sistema inmune comprometido y están desnutridas, ¿cómo podemos producir "comida como medicina"? (Sólo importan las apariencias y en el terreno de lo ornamental nos lleva a la rosaleda del Retiro donde las flores NO HUELEN).
El programa de desintoxicación (retirada de los productos tóxicos) debe seguirse de un programa de nutrición hasta devolver a las plantas a su ser natural en unos ciclos de suelo y agua óptimos. No queremos "sostenibilidad" ya que sostener un sistema enfermo tal como está es un suicidio para todos. ¡Queremos REGENERACIÓN!
Las fases de CONVALECENCIA al reestablecer la salud del suelo con compost de calidad y productos bioactivos son:
1. Las plantas logran fotosintetizar con éxito y forman HIDRATOS DE CARBONO completos y complejos.
2. Logran producir PROTEINAS COMPLETAS y transferir azucares a través de las raíces a los microbios del suelo que aportan nutrientes en forma biodisponible. Incremento de resistencia de insectos con sistemas digestivos sencillos.
3. ALMACENAJE DE ENERGÍA SOBRANTE en forma de lípidos, grasas y aceites. Estos fortalecen las membranas de las células para incrementar la resistencia a todos los patógenos, parásitos, enfermedades y radiación UV, mildiu, oídio, etc.
4. Producción de METABOLITAS SECUNDARIAS que protegen a las plantas de radiación ultravioleta, enfermedad y ataque de insectos con sistemas digestivos complejos por medio de inhibidores de digestión.
Basado en los lípidos de la fase 3, se producen compuestos aromáticos de aceites esenciales (terpenos, fenoles, bioflavonoides) que son compuestos naturales de protección de la planta y que tienen propiedades pesticidas propias.
El nivel 4 es la meta tanto para jardines "ornamentales" como huertos y agricultura orgánica, ya que es cuando la planta huele como debe, contiene la máxima nutrición y realiza fotosíntesis maximizada. Con ello y toda la red trófica del suelo, un sistema de plantas en el lugar adecuado (naturalizado o autóctono) autogestiona su nutrición y agua y alberga la mayor biodiversidad de fauna además de plantas y microorganismos.
(Gracias a Kay Baxter y John Kempf).
El nuevo término de moda es "comida de alta densidad nutritiva": los que pueden pagar el sobrecargo, desean comer crujientes frutas y verduras del nivel 4, con buen olor y sabor, llenas de azucares complejos (Grado Brix), bioflavonoides y cualquier otro término que llegue del laboratorio al departamento de publicidad de la nueva industria alimentícia reinventada con piel de cordero. Es pagar una prima para poder disfrutar lo que la agricultura industrial previamente ha destruido.
Para poder reparar la tierra, todo el mundo debería tener acceso a comida saludable a precio asequible, con una economía real y funcional basado en fotosíntesis y agua gestionada (cuanto más mejor), pero no acaparada, en vez de número de metros segados y toneladas de poda retirada al vertedero.
Las Quintas (Eje Verde) son el lugar para poner en funcionamiento todos estos conocimientos aprovechando siglos de conocimiento tradicional que no deben ser desperdiciados.
Plataforma Ciudadana Quinta Torre Arias
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