DESERTIFICACIÓN DE ESPAÑA Y COMO MINIMIZAR LOS DAÑOS
- La desertificación es un proceso de degradación, influenciada por el hombre, que supone la pérdida del suelo fértil y la incapacidad de los ecosistemas de cumplir con su función reguladora y de suministrar bienes y servicios ambientales.
- España es el país más árido de Europa y, si no se toman medidas, la superficie desertificada continuará creciendo.
En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía que se celebra desde 1995 el 17 de junio, Greenpeace recuerda que el cambio climático (subida de temperatura, menor precipitación, mayor riesgo de incendios forestales, etc.) está acelerando los procesos de pérdida irreparable de suelo. Celebrar esta fecha con 40 grados en muchas ciudades de España debe servirnos para reflexionar sobre el impacto que nuestras decisiones tienen sobre el medio ambiente.
Un tercio de España ya sufre una tasa de desertificación muy alta y lo peor es que, si no se toman medidas urgentemente, esa superficie árida seguirá creciendo. De hecho, un 75% del territorio se encuentra en zonas susceptibles de sufrir desertificación. No se puede decir más claro. Con el calor de estos días y la ausencia de precipitaciones, el riesgo de grandes incendios supone una seria amenaza para los ecosistemas y, sobre todo, el recurso suelo. Durante la última década se ha producido una media de más de 15.000 fuegos al año. Pero no sólo eso. La sobreexplotación de los recursos hídricos, las malas prácticas agrarias en zonas de pendiente, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la urbanización irracional resultan también responsables de esta situación.
Las sequías son naturales en el clima Mediterráneo, pero el cambio climático está intensificando su recurrencia e intensidad. El aumento de temperaturas y la disminución de las precipitaciones son sólo dos de los efectos producidos por el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Según Naciones Unidas, los efectos de la desertificación a nivel mundial afectan directamente a unos 250 millones de personas y unos 1000 millones se encuentran en zonas de riesgo repartidas en más de cien países. Nadie puede negar ya las terribles similitudes entre aquellos que huyen de las amenazas de las armas con las de aquellos que escapan de la desertificación progresiva, de la falta de agua, de las inundaciones y de los huracanes.
Greenpeace lleva años denunciando la falta de acción de los sucesivos gobiernos españoles sobre este grave problema pero, ante la situación actual, no podemos sino intensificar nuestro reclamo de medidas urgentes que impidan seguir perdiendo cada año millones de toneladas de suelo, junto con las especies que lo habitan. Medidas que pasan por aspectos como:
Luchar decididamente contra el cambio climático reduciendo drásticamente las emisiones de CO2, descarbonizando la economía, eliminando el “impuesto al sol” y promoviendo el desarrollo de un modelo energético basado 100% en energías renovables.
Cambiar la política hidráulica hacia un enfoque integrado en la gestión de la demanda, implicando a todos los sectores demandantes de agua y teniendo en cuenta los caudales ecológicos. Priorizar el cumplimiento de los objetivos de la Directiva Marco de Agua, persiguiendo la sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos, la proliferación de pozos ilegales y el mal uso del agua.
Garantizar una política forestal acorde con las necesidades del país más árido de Europa, adaptando los ecosistemas forestales a los nuevos escenarios de cambio climático, evitando la proliferación de viviendas y urbanizaciones en el espacio forestal y concienciando a la sociedad ante el riesgo que suponen los incendios.
mejorar el actual modelo agrícola con una sustancial mejora de los regadíos, favoreciendo la agricultura familiar con modelos de producción sostenibles.
En el marco de la nueva Ley de Cambio Climático que prepara el Gobierno del Partido Popular, Greenpeace y el resto de organizaciones sociales han realizado un conjunto de demandas y medidas que deberían formar parte del texto de la ley, como por ejemplo: mejora de la eficiencia energética y ahorro de agua a través de programas de modernización de regadíos, con la implantación de sistemas de medición y dosificación de agua; sistemas de autorizaciones y derechos de concesión de uso de agua con criterios sociales en los que se priorice a la agricultura familiar con modelos de producción sostenibles; optimizar el uso del agua desalada para eliminar la sobre-explotación de acuíferos costeros, utilizando energías renovables para el funcionamiento de las plantas desaladoras, entre otras.
Según el Responsable de Bosques de Greenpeace, Miguel Ángel Soto, "Estamos ante un problema más serio de lo que la gente cree. Todos hablamos del calor casi a modo anecdótico, pero estas temperaturas, entre otras muchas cosas, tienen consecuencias en el medio ambiente. La pérdida de suelo fértil es irreversible, así como el deterioro de la biodiversidad, aumentando la vulnerabilidad de todas las especies, incluida la humana. O asumimos cada uno nuestra responsabilidad o cada año celebraremos el Día contra la Desertificación en un país que cada vez más se irá pareciendo a un desierto en amplias zonas del territorio".
Temperaturas tan elevadas como las actuales serán cada vez más frecuentes por el cambio climático.
Según las informaciones aportadas por la comunidad científica, periodos con temperaturas tan elevadas como los que se viven estos días en la península Ibérica serán cada vez más frecuentes e intensos en el futuro, como consecuencia del cambio climático.
Según los registros históricos recogidos por la base de datos europea ECA&D (European Climate Assessment and Dataset) las temperaturas medias para los meses de verano han aumentado entre 1 y 3º C, en la mayoría de los casos, en las últimas décadas. Además, los científicos llevan años advirtiendo de que el 75% de los eventos de temperaturas extremas están asociadas al cambio climático.
“Que el clima está cambiando de manera acelerada y que esto se debe a la actividad humana es algo innegable, sobre todo por el uso del carbón, del petróleo y el gas como fuentes de energía, por eso pedimos al Gobierno que adopte medidas para paliar esta situación y reducir el calentamiento global, y lo más factible es una revolución energética en el que se dé paso a las renovables y se cierre el grifo a las energías sucias”, ha declarado Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, quien recuerda que una Ley de Cambio Climático ambiciosa podría ser un buen comienzo para encontrar soluciones.
La organización ecologista matiza que todavía está por ver si en junio se volverá a batir un nuevo récord en las temperaturas, junio de 2016 fue el más cálido desde 1965, con una temperatura media de 21,8 ºC.
Greenpeace pide al Gobierno que se tome en serio este grave problema y adopte medidas como el paso a las renovables. En cualquier caso, mientras se decide a tomar medidas para reducir los gases de efecto invernadero, Greenpeace ofrece a la ciudadanía una serie de consejos para contribuir a paliar esta situación, como evitar el uso excesivo del aire acondicionado; usar transporte público cuando sea posible, y evitar el uso del coche particular.
¿Cómo podemos evitar o revertir la desertificación?
"Una prevención eficaz de la desertificación requiere que tanto la gestión local como las políticas a mayor escala fomenten la sostenibilidad de los servicios de los ecosistemas. Es recomendable centrarse en la prevención, ya que los intentos de recuperación de las zonas desertificadas resultan costosos y suelen ofrecer resultados limitados."
Para prevenir y revertir la desertificación, se necesitan medidas de intervención de gran alcance, así como cambios en el modelo de gestión. Estas medidas deberían ponerse en funcionamiento a todas las escalas desde el plano local, y deberían contar con la participación activa de las partes interesadas y las comunidades locales.
Además, las medidas políticas y sociales deberían adaptarse al grado de desertificación al que se enfrenta o puede enfrentarse una sociedad. En las zonas en las que el proceso de desertificación es incipiente o de poca gravedad, es posible detenerlo y restablecer los servicios clave en las zonas degradadas. La prevención es mucho más rentable que la recuperación, hecho que debería tenerse en cuenta en las decisiones políticas.
La lucha contra la desertificación tiene un papel fundamental e imprescindible a la hora de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que son, entre otros, erradicar la pobreza y garantizar la sostenibilidad medioambiental.
La creación de una cultura de prevención puede contribuir en gran medida a la protección de las tierras secas, tanto si la desertificación es incipiente como si se encuentra ya en curso. Esta cultura de prevención requiere un cambio de actitud por parte de gobiernos y ciudadanos. Se ha demostrado que las poblaciones de las tierras secas pueden anticiparse a la desertificación si mejoran sus métodos agrícolas y su régimen de pastoreo de forma sostenible, apoyándose en la experiencia a largo plazo y la capacidad de innovar.
Las medidas preventivas pueden consistir en:
- Coordinar la gestión de las tierras y de los recursos hídricos para proteger el suelo de la erosión, la salinización y otras formas de degradación.
- Proteger la cubierta vegetal, que puede tener un papel de primer orden en la protección del suelo contra la erosión del viento y del agua.
- Fomentar la coexistencia del pastoreo y los cultivos en las tierras que reúnen las condiciones propicias, que permite un ciclo de nutrientes más eficaz en los sistemas agrícolas
- Combinar los métodos tradicionales de explotación de la tierra con tecnologías aceptadas y adaptadas de forma local.
- Proporcionar a las comunidades locales los medios necesarios para que puedan prevenir la desertificación y gestionar con eficacia los recursos de las tierras secas.
- Apostar por modos de vida alternativos que no dependan del uso tradicional del suelo, por ejemplo, la acuicultura en las zonas secas, la agricultura de invernadero y las actividades relacionadas con el turismo, que requieren un menor uso de las tierras y los recursos naturales locales y no dejan de ser una fuente sostenible de ingresos.
- Fomentar oportunidades económicas en los centros urbanos de las tierras secas y en otras zonas fuera de las tierras secas.
Medidas que pueden revertir la degradación del suelo
Las medidas de recuperación y restauración pueden ayudar a restablecer servicios de los ecosistemas que se habían perdido a causa de la desertificación. La restauración pretende devolver los ecosistemas a un estado anterior con todas sus funciones y servicios, mientras que la rehabilitación intenta reparar partes concretas de los sistemas, para recuperar la productividad de los ecosistemas.
Para tener éxito, las tareas de recuperación y rehabilitación de las zonas secas desertificadas requieren una combinación de políticas y tecnologías y la colaboración estrecha de las comunidades locales.
Ejemplos de medidas de restauración y recuperación de los ecosistemas:
- Crear bancos de semillas
- Reintroducir determinadas especies
- Contener la erosión a través del abancalamiento y otros medios
- Aportar nutrientes al suelo
- Plantar árboles
Las medidas que incentivan la recuperación son, entre otras, el desarrollo de capacidades, las inversiones de capital y las instituciones de apoyo.
El éxito de las medidas de recuperación depende de la disponibilidad de recursos humanos, medios económicos e infraestructuras, así como de las percepciones culturales y del grado de dependencia respecto a las tecnologías externas. Un acceso adecuado a estos recursos puede llevar a la recuperación efectiva de algunos servicios de los ecosistemas y también reducir la pobreza. Cuando no se reúnen dichas condiciones, los esfuerzos de recuperación resultan en vano. Por lo tanto, restaurar los servicios degradados en las tierras secas podría resultar complicado aunque se cuente con intervenciones políticas y tecnológicas de primer orden.
Relación entre la desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad
La desertificación reduce la diversidad biológica, que contribuye a muchos de los servicios que los ecosistemas de las tierras secas proporcionan al hombre. La flora y su diversidad tienen un papel decisivo en la conservación del suelo y en la regulación de las aguas superficiales y el clima local. La alteración del suministro de los servicios interrelacionados que proporciona la biodiversidad vegetal en las tierras secas es uno de los desencadenantes clave de la desertificación y sus múltiples consecuencias, incluyendo la pérdida de hábitat para otras especies.
La desertificación afecta al cambio climático mundial a través de la pérdida de suelo fértil y vegetación. De hecho, el suelo de las tierras secas contiene grandes cantidades de carbono que podría pasar a la atmósfera a causa de la desertificación, con repercusiones importantes para el sistema climático mundial. Se calcula que cada año las tierras secas liberan 300 millones de toneladas a la atmósfera a causa de la desertificación, lo que supone cerca del
4% de las emisiones mundiales si juntamos todas las fuentes.
El impacto del cambio climático mundial sobre la desertificación es complejo y los conocimientos sobre la materia son todavía insuficientes. Por un lado, el incremento de las temperaturas puede tener efectos negativos al aumentar la evaporación del agua del suelo y reducir las precipitaciones en las tierras secas. Por otro lado, el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera puede potenciar el crecimiento de algunas especies de plantas. El cambio climático podría traducirse en un mayor riesgo de aridez y desertificación en muchas zonas, aunque es difícil predecir los efectos de la subsiguiente pérdida de biodiversidad sobre la desertificación.
Los esfuerzos de gestión medioambiental dirigidos a luchar contra la desertificación, conservar la biodiversidad y mitigar el cambio climático están relacionados en muchos sentidos. Por lo tanto, una aplicación conjunta de las convenciones de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, sobre Diversidad Biológica y sobre Cambio Climático puede proporcionar múltiples beneficios.
Vigilar el alcance de la degradación de la tierra
Para identificar las prioridades y evaluar el resultado de las medidas de actuación, es importante disponer de una base científica de referencia sólida y coherente sobre el alcance de la degradación de los suelos.
Los anteriores informes de evaluación del alcance de la degradación del suelo ofrecían datos dispares y, por lo general, contaban con puntos débiles a causa de las fuentes de información utilizadas. Es necesario poner en marcha un programa mundial de evaluación y seguimiento que sea sistemático y posibilite la creación de referencias científicas sólidas y coherentes en torno al estado de la desertificación. Las tierras secas se prestan a la observación mediante aviones y satélites por la ausencia de nubes en general. Se necesitan observaciones continuas para tener constancia de la gran variabilidad que registra de un año para otro el estado de los ecosistemas de las tierras secas. El uso simultáneo de los sistemas de teledetección por satélite o las fotografías aéreas y las observaciones sobre el terreno proporcionan información sólida, repetible y de coste razonable sobre la cubierta vegetal. Por lo tanto, es imprescindible que las imágenes por satélite sean asequibles y estén al alcance, en particular, de los países en desarrollo.
Tanto la actividad del hombre como la variabilidad climática influyen sobre la vegetación y su crecimiento. Para distinguir ambas influencias se necesita un seguimiento a largo plazo.
La medición de este tipo de impactos requiere una base de referencia con la que poder comparar los cambios. Sin embargo, las fluctuaciones anuales o incluso decenales dificultan la tarea de confrontar estos datos.
Para comprender mejor el impacto de la desertificación sobre el bienestar humano necesitamos conocer más sobre las interacciones entre los factores socioeconómicos y el estado de los ecosistemas. Resulta más sencillo analizar estas interacciones en la escala local, que permite identificar las interrelaciones con la mayor precisión. Por lo tanto, la información sobre los factores socioeconómicos vinculados a la desertificación debe recogerse a nivel subnacional.
¿Cómo resolver los interrogantes sobre cambios repentinos o irreversibles?
Los cambios en los ecosistemas pueden producirse de forma gradual hasta que se alcanza un umbral determinado, a partir del cual pueden aparecer cambios repentinos o irreversibles. La forma de interactuar de diversos factores biológicos, físicos, sociales y económicos sigue planteando interrogantes; esto reduce nuestra capacidad de detectar dichos umbrales y de evaluar los efectos reales de las políticas en materia de desertificación.
Ni los gobiernos ni la comunidad internacional han estudiado todavía con detalle el impacto de las estrategias de reducción de la pobreza sobre los servicios de los ecosistemas y la desertificación. Para combatir la desertificación con eficacia, las políticas deberían incluir un concepto más amplio de la pobreza y deberían tener en cuenta el papel de los servicios de los ecosistemas en los programas de reducción de la pobreza.
Queda por determinar la contribución de las ciudades de las tierras secas a la desertificación.
Se desconoce hasta qué punto podrían contribuir a la desertificación (a causa de la sobreexplotación de los servicios de los ecosistemas de las tierras secas) o aliviar determinadas presiones sobre las zonas desertificadas (mediante oportunidades económicas).
En resumen:
Soluciones para el agotamiento de suelos
Reforestacion.
Reducir el uso de fertilizantes y pesticidas.
Disminuir la urbanización.
Mermar la creación de parques industriales, basureros municipales, zonas urbanas muy pobladas y los depósitos de químicos, combustibles y aceites.
Dejar de contaminar el suelo con residuos antropogénicos (materiales que han sido causados por actividades humanas), cuyo origen puede ser doméstico, industrial, de hospitales o de laboratorios.
Utilizar la agrosilvicultura. Esta técnica tiene como propósito utilizar el terreno para la plantación sin causar la deforestación.
Tener un manejo adecuado de los residuos.
Crear una adecuada planeación de los centros de población.
Utilizar la labranza de conservación en el medio rural. Consiste en una técnica revolucionaria de cultivo en la que no se áran los campos.
Crear información que presente estudios sobre un mejor manejo agropecuario basado en la vegetación, flora, fauna etc., para que los resultados puedan ser explotados.
Demandar cualquier uso inapropiado y excesivo que esté afectando el suelo.
Soluciones para la desertificación
Evitar el sobrepastoreo.
Evitar el riego de agua con sales en lugares secos y cálidos porque saliniza el suelo y esto impide el crecimiento de la vegetación.
Impedir la tala de árboles y minería a cielo abierto.
Atenuar el uso de maquinaria pesada o la acción del agua en suelos sin vegetación ya que producen un suelo endurecido y compacto que dificulta el crecimiento de las raíces de las plantas, la filtración del agua y la absorción de nutrientes.
Eliminar la quema en zonas boscosas.
No sobreexplotar los pastizales.
Poner en práctica la Convención Internacional de lucha contra la desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación.
Proponer una red nacional que informe y aplique medidas o métodos para disminuir la desertificación.
Crear medidas que protegen los suelos contra la erosión.
Practicar trashumancia (uso rotativo) en las tierras de pastoreo y abrevaderos.
Tener un número reses de ganado en relación con la capacidad de carga del ecosistema.
Realizar el mantenimiento de la cubierta vegetal para proteger el suelo contra la erosión del viento y del agua.
Optar por medios de subsistencia alternativos que no dependen de usos tradicionales de la tierra como lo es la acuicultura.
Fuentes: Greenpeace y agotamientodesuelos.blogspot.com
- España es el país más árido de Europa y, si no se toman medidas, la superficie desertificada continuará creciendo.
En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía que se celebra desde 1995 el 17 de junio, Greenpeace recuerda que el cambio climático (subida de temperatura, menor precipitación, mayor riesgo de incendios forestales, etc.) está acelerando los procesos de pérdida irreparable de suelo. Celebrar esta fecha con 40 grados en muchas ciudades de España debe servirnos para reflexionar sobre el impacto que nuestras decisiones tienen sobre el medio ambiente.
Un tercio de España ya sufre una tasa de desertificación muy alta y lo peor es que, si no se toman medidas urgentemente, esa superficie árida seguirá creciendo. De hecho, un 75% del territorio se encuentra en zonas susceptibles de sufrir desertificación. No se puede decir más claro. Con el calor de estos días y la ausencia de precipitaciones, el riesgo de grandes incendios supone una seria amenaza para los ecosistemas y, sobre todo, el recurso suelo. Durante la última década se ha producido una media de más de 15.000 fuegos al año. Pero no sólo eso. La sobreexplotación de los recursos hídricos, las malas prácticas agrarias en zonas de pendiente, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la urbanización irracional resultan también responsables de esta situación.
Las sequías son naturales en el clima Mediterráneo, pero el cambio climático está intensificando su recurrencia e intensidad. El aumento de temperaturas y la disminución de las precipitaciones son sólo dos de los efectos producidos por el incremento de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Según Naciones Unidas, los efectos de la desertificación a nivel mundial afectan directamente a unos 250 millones de personas y unos 1000 millones se encuentran en zonas de riesgo repartidas en más de cien países. Nadie puede negar ya las terribles similitudes entre aquellos que huyen de las amenazas de las armas con las de aquellos que escapan de la desertificación progresiva, de la falta de agua, de las inundaciones y de los huracanes.
Greenpeace lleva años denunciando la falta de acción de los sucesivos gobiernos españoles sobre este grave problema pero, ante la situación actual, no podemos sino intensificar nuestro reclamo de medidas urgentes que impidan seguir perdiendo cada año millones de toneladas de suelo, junto con las especies que lo habitan. Medidas que pasan por aspectos como:
Luchar decididamente contra el cambio climático reduciendo drásticamente las emisiones de CO2, descarbonizando la economía, eliminando el “impuesto al sol” y promoviendo el desarrollo de un modelo energético basado 100% en energías renovables.
Cambiar la política hidráulica hacia un enfoque integrado en la gestión de la demanda, implicando a todos los sectores demandantes de agua y teniendo en cuenta los caudales ecológicos. Priorizar el cumplimiento de los objetivos de la Directiva Marco de Agua, persiguiendo la sobreexplotación y la contaminación de los recursos hídricos, la proliferación de pozos ilegales y el mal uso del agua.
Garantizar una política forestal acorde con las necesidades del país más árido de Europa, adaptando los ecosistemas forestales a los nuevos escenarios de cambio climático, evitando la proliferación de viviendas y urbanizaciones en el espacio forestal y concienciando a la sociedad ante el riesgo que suponen los incendios.
mejorar el actual modelo agrícola con una sustancial mejora de los regadíos, favoreciendo la agricultura familiar con modelos de producción sostenibles.
En el marco de la nueva Ley de Cambio Climático que prepara el Gobierno del Partido Popular, Greenpeace y el resto de organizaciones sociales han realizado un conjunto de demandas y medidas que deberían formar parte del texto de la ley, como por ejemplo: mejora de la eficiencia energética y ahorro de agua a través de programas de modernización de regadíos, con la implantación de sistemas de medición y dosificación de agua; sistemas de autorizaciones y derechos de concesión de uso de agua con criterios sociales en los que se priorice a la agricultura familiar con modelos de producción sostenibles; optimizar el uso del agua desalada para eliminar la sobre-explotación de acuíferos costeros, utilizando energías renovables para el funcionamiento de las plantas desaladoras, entre otras.
Según el Responsable de Bosques de Greenpeace, Miguel Ángel Soto, "Estamos ante un problema más serio de lo que la gente cree. Todos hablamos del calor casi a modo anecdótico, pero estas temperaturas, entre otras muchas cosas, tienen consecuencias en el medio ambiente. La pérdida de suelo fértil es irreversible, así como el deterioro de la biodiversidad, aumentando la vulnerabilidad de todas las especies, incluida la humana. O asumimos cada uno nuestra responsabilidad o cada año celebraremos el Día contra la Desertificación en un país que cada vez más se irá pareciendo a un desierto en amplias zonas del territorio".
Temperaturas tan elevadas como las actuales serán cada vez más frecuentes por el cambio climático.
Según las informaciones aportadas por la comunidad científica, periodos con temperaturas tan elevadas como los que se viven estos días en la península Ibérica serán cada vez más frecuentes e intensos en el futuro, como consecuencia del cambio climático.
Según los registros históricos recogidos por la base de datos europea ECA&D (European Climate Assessment and Dataset) las temperaturas medias para los meses de verano han aumentado entre 1 y 3º C, en la mayoría de los casos, en las últimas décadas. Además, los científicos llevan años advirtiendo de que el 75% de los eventos de temperaturas extremas están asociadas al cambio climático.
“Que el clima está cambiando de manera acelerada y que esto se debe a la actividad humana es algo innegable, sobre todo por el uso del carbón, del petróleo y el gas como fuentes de energía, por eso pedimos al Gobierno que adopte medidas para paliar esta situación y reducir el calentamiento global, y lo más factible es una revolución energética en el que se dé paso a las renovables y se cierre el grifo a las energías sucias”, ha declarado Tatiana Nuño, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, quien recuerda que una Ley de Cambio Climático ambiciosa podría ser un buen comienzo para encontrar soluciones.
La organización ecologista matiza que todavía está por ver si en junio se volverá a batir un nuevo récord en las temperaturas, junio de 2016 fue el más cálido desde 1965, con una temperatura media de 21,8 ºC.
Greenpeace pide al Gobierno que se tome en serio este grave problema y adopte medidas como el paso a las renovables. En cualquier caso, mientras se decide a tomar medidas para reducir los gases de efecto invernadero, Greenpeace ofrece a la ciudadanía una serie de consejos para contribuir a paliar esta situación, como evitar el uso excesivo del aire acondicionado; usar transporte público cuando sea posible, y evitar el uso del coche particular.
¿Cómo podemos evitar o revertir la desertificación?
"Una prevención eficaz de la desertificación requiere que tanto la gestión local como las políticas a mayor escala fomenten la sostenibilidad de los servicios de los ecosistemas. Es recomendable centrarse en la prevención, ya que los intentos de recuperación de las zonas desertificadas resultan costosos y suelen ofrecer resultados limitados."
Para prevenir y revertir la desertificación, se necesitan medidas de intervención de gran alcance, así como cambios en el modelo de gestión. Estas medidas deberían ponerse en funcionamiento a todas las escalas desde el plano local, y deberían contar con la participación activa de las partes interesadas y las comunidades locales.
Además, las medidas políticas y sociales deberían adaptarse al grado de desertificación al que se enfrenta o puede enfrentarse una sociedad. En las zonas en las que el proceso de desertificación es incipiente o de poca gravedad, es posible detenerlo y restablecer los servicios clave en las zonas degradadas. La prevención es mucho más rentable que la recuperación, hecho que debería tenerse en cuenta en las decisiones políticas.
La lucha contra la desertificación tiene un papel fundamental e imprescindible a la hora de cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que son, entre otros, erradicar la pobreza y garantizar la sostenibilidad medioambiental.
La creación de una cultura de prevención puede contribuir en gran medida a la protección de las tierras secas, tanto si la desertificación es incipiente como si se encuentra ya en curso. Esta cultura de prevención requiere un cambio de actitud por parte de gobiernos y ciudadanos. Se ha demostrado que las poblaciones de las tierras secas pueden anticiparse a la desertificación si mejoran sus métodos agrícolas y su régimen de pastoreo de forma sostenible, apoyándose en la experiencia a largo plazo y la capacidad de innovar.
Las medidas preventivas pueden consistir en:
- Coordinar la gestión de las tierras y de los recursos hídricos para proteger el suelo de la erosión, la salinización y otras formas de degradación.
- Proteger la cubierta vegetal, que puede tener un papel de primer orden en la protección del suelo contra la erosión del viento y del agua.
- Fomentar la coexistencia del pastoreo y los cultivos en las tierras que reúnen las condiciones propicias, que permite un ciclo de nutrientes más eficaz en los sistemas agrícolas
- Combinar los métodos tradicionales de explotación de la tierra con tecnologías aceptadas y adaptadas de forma local.
- Proporcionar a las comunidades locales los medios necesarios para que puedan prevenir la desertificación y gestionar con eficacia los recursos de las tierras secas.
- Apostar por modos de vida alternativos que no dependan del uso tradicional del suelo, por ejemplo, la acuicultura en las zonas secas, la agricultura de invernadero y las actividades relacionadas con el turismo, que requieren un menor uso de las tierras y los recursos naturales locales y no dejan de ser una fuente sostenible de ingresos.
- Fomentar oportunidades económicas en los centros urbanos de las tierras secas y en otras zonas fuera de las tierras secas.
Medidas que pueden revertir la degradación del suelo
Para tener éxito, las tareas de recuperación y rehabilitación de las zonas secas desertificadas requieren una combinación de políticas y tecnologías y la colaboración estrecha de las comunidades locales.
Ejemplos de medidas de restauración y recuperación de los ecosistemas:
- Crear bancos de semillas
- Reintroducir determinadas especies
- Contener la erosión a través del abancalamiento y otros medios
- Aportar nutrientes al suelo
- Plantar árboles
Las medidas que incentivan la recuperación son, entre otras, el desarrollo de capacidades, las inversiones de capital y las instituciones de apoyo.
El éxito de las medidas de recuperación depende de la disponibilidad de recursos humanos, medios económicos e infraestructuras, así como de las percepciones culturales y del grado de dependencia respecto a las tecnologías externas. Un acceso adecuado a estos recursos puede llevar a la recuperación efectiva de algunos servicios de los ecosistemas y también reducir la pobreza. Cuando no se reúnen dichas condiciones, los esfuerzos de recuperación resultan en vano. Por lo tanto, restaurar los servicios degradados en las tierras secas podría resultar complicado aunque se cuente con intervenciones políticas y tecnológicas de primer orden.
Relación entre la desertificación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad
La desertificación reduce la diversidad biológica, que contribuye a muchos de los servicios que los ecosistemas de las tierras secas proporcionan al hombre. La flora y su diversidad tienen un papel decisivo en la conservación del suelo y en la regulación de las aguas superficiales y el clima local. La alteración del suministro de los servicios interrelacionados que proporciona la biodiversidad vegetal en las tierras secas es uno de los desencadenantes clave de la desertificación y sus múltiples consecuencias, incluyendo la pérdida de hábitat para otras especies.
La desertificación afecta al cambio climático mundial a través de la pérdida de suelo fértil y vegetación. De hecho, el suelo de las tierras secas contiene grandes cantidades de carbono que podría pasar a la atmósfera a causa de la desertificación, con repercusiones importantes para el sistema climático mundial. Se calcula que cada año las tierras secas liberan 300 millones de toneladas a la atmósfera a causa de la desertificación, lo que supone cerca del
4% de las emisiones mundiales si juntamos todas las fuentes.
El impacto del cambio climático mundial sobre la desertificación es complejo y los conocimientos sobre la materia son todavía insuficientes. Por un lado, el incremento de las temperaturas puede tener efectos negativos al aumentar la evaporación del agua del suelo y reducir las precipitaciones en las tierras secas. Por otro lado, el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera puede potenciar el crecimiento de algunas especies de plantas. El cambio climático podría traducirse en un mayor riesgo de aridez y desertificación en muchas zonas, aunque es difícil predecir los efectos de la subsiguiente pérdida de biodiversidad sobre la desertificación.
Los esfuerzos de gestión medioambiental dirigidos a luchar contra la desertificación, conservar la biodiversidad y mitigar el cambio climático están relacionados en muchos sentidos. Por lo tanto, una aplicación conjunta de las convenciones de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, sobre Diversidad Biológica y sobre Cambio Climático puede proporcionar múltiples beneficios.
Vigilar el alcance de la degradación de la tierra
Para identificar las prioridades y evaluar el resultado de las medidas de actuación, es importante disponer de una base científica de referencia sólida y coherente sobre el alcance de la degradación de los suelos.
Los anteriores informes de evaluación del alcance de la degradación del suelo ofrecían datos dispares y, por lo general, contaban con puntos débiles a causa de las fuentes de información utilizadas. Es necesario poner en marcha un programa mundial de evaluación y seguimiento que sea sistemático y posibilite la creación de referencias científicas sólidas y coherentes en torno al estado de la desertificación. Las tierras secas se prestan a la observación mediante aviones y satélites por la ausencia de nubes en general. Se necesitan observaciones continuas para tener constancia de la gran variabilidad que registra de un año para otro el estado de los ecosistemas de las tierras secas. El uso simultáneo de los sistemas de teledetección por satélite o las fotografías aéreas y las observaciones sobre el terreno proporcionan información sólida, repetible y de coste razonable sobre la cubierta vegetal. Por lo tanto, es imprescindible que las imágenes por satélite sean asequibles y estén al alcance, en particular, de los países en desarrollo.
Tanto la actividad del hombre como la variabilidad climática influyen sobre la vegetación y su crecimiento. Para distinguir ambas influencias se necesita un seguimiento a largo plazo.
La medición de este tipo de impactos requiere una base de referencia con la que poder comparar los cambios. Sin embargo, las fluctuaciones anuales o incluso decenales dificultan la tarea de confrontar estos datos.
Para comprender mejor el impacto de la desertificación sobre el bienestar humano necesitamos conocer más sobre las interacciones entre los factores socioeconómicos y el estado de los ecosistemas. Resulta más sencillo analizar estas interacciones en la escala local, que permite identificar las interrelaciones con la mayor precisión. Por lo tanto, la información sobre los factores socioeconómicos vinculados a la desertificación debe recogerse a nivel subnacional.
¿Cómo resolver los interrogantes sobre cambios repentinos o irreversibles?
Los cambios en los ecosistemas pueden producirse de forma gradual hasta que se alcanza un umbral determinado, a partir del cual pueden aparecer cambios repentinos o irreversibles. La forma de interactuar de diversos factores biológicos, físicos, sociales y económicos sigue planteando interrogantes; esto reduce nuestra capacidad de detectar dichos umbrales y de evaluar los efectos reales de las políticas en materia de desertificación.
Ni los gobiernos ni la comunidad internacional han estudiado todavía con detalle el impacto de las estrategias de reducción de la pobreza sobre los servicios de los ecosistemas y la desertificación. Para combatir la desertificación con eficacia, las políticas deberían incluir un concepto más amplio de la pobreza y deberían tener en cuenta el papel de los servicios de los ecosistemas en los programas de reducción de la pobreza.
Queda por determinar la contribución de las ciudades de las tierras secas a la desertificación.
Se desconoce hasta qué punto podrían contribuir a la desertificación (a causa de la sobreexplotación de los servicios de los ecosistemas de las tierras secas) o aliviar determinadas presiones sobre las zonas desertificadas (mediante oportunidades económicas).
En resumen:
Soluciones para el agotamiento de suelos
Reforestacion.
Reducir el uso de fertilizantes y pesticidas.
Disminuir la urbanización.
Mermar la creación de parques industriales, basureros municipales, zonas urbanas muy pobladas y los depósitos de químicos, combustibles y aceites.
Dejar de contaminar el suelo con residuos antropogénicos (materiales que han sido causados por actividades humanas), cuyo origen puede ser doméstico, industrial, de hospitales o de laboratorios.
Utilizar la agrosilvicultura. Esta técnica tiene como propósito utilizar el terreno para la plantación sin causar la deforestación.
Tener un manejo adecuado de los residuos.
Crear una adecuada planeación de los centros de población.
Utilizar la labranza de conservación en el medio rural. Consiste en una técnica revolucionaria de cultivo en la que no se áran los campos.
Crear información que presente estudios sobre un mejor manejo agropecuario basado en la vegetación, flora, fauna etc., para que los resultados puedan ser explotados.
Demandar cualquier uso inapropiado y excesivo que esté afectando el suelo.
Soluciones para la desertificación
Evitar el sobrepastoreo.
Evitar el riego de agua con sales en lugares secos y cálidos porque saliniza el suelo y esto impide el crecimiento de la vegetación.
Impedir la tala de árboles y minería a cielo abierto.
Atenuar el uso de maquinaria pesada o la acción del agua en suelos sin vegetación ya que producen un suelo endurecido y compacto que dificulta el crecimiento de las raíces de las plantas, la filtración del agua y la absorción de nutrientes.
Eliminar la quema en zonas boscosas.
No sobreexplotar los pastizales.
Poner en práctica la Convención Internacional de lucha contra la desertificación en los países afectados por sequía grave o desertificación.
Proponer una red nacional que informe y aplique medidas o métodos para disminuir la desertificación.
Crear medidas que protegen los suelos contra la erosión.
Practicar trashumancia (uso rotativo) en las tierras de pastoreo y abrevaderos.
Tener un número reses de ganado en relación con la capacidad de carga del ecosistema.
Realizar el mantenimiento de la cubierta vegetal para proteger el suelo contra la erosión del viento y del agua.
Optar por medios de subsistencia alternativos que no dependen de usos tradicionales de la tierra como lo es la acuicultura.
Fuentes: Greenpeace y agotamientodesuelos.blogspot.com
PLATAFORMA CIUDADANA QUINTA DE TORRE ARIAS
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