sábado, 17 de agosto de 2019

El suelo: Un organismo vivo

Un suelo vivo presenta una gran actividad biológica, producto de la enorme cantidad de microorganismos que lo habitan, en él se encuentran: bacterias, hongos, algas, protozoarios, anélidos etc. que se cuentan por varios cientos de miles en un gramo de suelo y su población aumenta mucho más cerca de la zona radicular inmediata (rizosfera). Se estima que un metro cuadrado de suelo vivo contiene 10 millones de nemátodos, 100 mil colémbolos, 45 mil anélidos y unos 40 mil insectos y ácaros. Asimismo, un gramo de suelo contiene: unas 500 mil bacterias, 400 mil hongos, 50 mil algas y unos 30 mil protozoarios aproximadamente. Un gramo de suelo vivo además, puede contener más o menos 10 millones de bacterias, pudiendo encontrarse de 100 a 200 millones de bacterias en la rizosfera.

Imagen de la Quinta Huerta 
 

La acción conjunta de los factores bióticos y abióticos en el proceso de formación del suelo contribuye a la formación de una capa superficial humosa muy apreciada por los agricultores. El humus, es el resultado de la descomposición cíclica de la materia orgánica a consecuencia de la actividad del edafón, que solubiliza y libera los nutrientes a ser absorbidos por las plantas. En condiciones tropicales, la tasa de acumulación de humus en el suelo es baja, por lo que es muy importante fomentar el reciclaje "intensivo" de la materia orgánica.
Casi hasta mediados del siglo XIX prevaleció la teoría del humus como alimento básico para las plantas, pero en 1844 J. Von Liebig, con la publicación de sus investigaciones, sentó las bases para la agricultura moderna. Desde entonces el suelo ha sido objeto de múltiples y detallados estudios. Según Liebig, todo lo que una planta necesita puede ser encontrado en sus cenizas. Un raciocinio incompleto que vio la descomposición de la materia orgánica como un proceso exclusivamente químico, propició el desarrollo de la química agrícola en forma unilateral. Por ello, sería interesante revisar la carta con la cual Liebig sale al paso de la mala interpretación que se ha hecho de su declaración de 50 artículos, pues sólo en uno sugiere explorar la pista de las restituciones minerales, ocupando un lugar importante la materia orgánica. Sin embargo, sobre los trabajos de Liebig se desarrollaron los métodos de la agricultura convencional moderna que se basa en prácticas inadecuadas y nocivas para la fertilidad natural del suelo como:
• Nula diversidad con los sistemas de monocultivo
• Escasa diversidad en las asociaciones y rotaciones
• Rotación unilateral (inadecuada) de cultivos
• Labranza inapropiada e innecesaria
• Excesiva mecanización que produce alteración y destrucción del suelo
• Inadecuado manejo de las excretas animales
• Control químico de plagas y enfermedades
La agricultura ecológica implica una forma diferente de conceptuar el suelo, el cual es su preocupación principal y es visto como la capa superior edafizada "viva" de la corteza terrestre. En ésta pueden desarrollarse las plantas fuertes y vigorosas. En la agricultura convencional, el suelo es sólo un soporte mecánico para las plantas.
El suelo se compone de:
• Elementos minerales (restos de rocas-minerales)
• Elementos orgánicos (flora y fauna = edafón) más raíces, residuos animales y vegetales, humus
• Agua (intermediario del metabolismo, intercambio de iones)
• Aire (mediador del nitrógeno, oxígeno y anhídrido carbónico)
La fertilidad natural del suelo es la capacidad de sostener a la planta e influir en su rendimiento. El suelo junto con factores como el clima y la forma de agricultura dan por resultado la productividad.
"Un suelo vivo y sano producirá más en términos cuantitativos y cualitativos."


 

 Fuente: https://www.fundesyram.info/

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